lunes, 1 de marzo de 2010

Solemne Via-Crucis Miercoles de Ceniza (17 Marzo 2010)

Una vez más y como cada Miércoles de Ceniza, el Santísimo Cristo de la Misericordia inaugura la cuaresma, recorriendo las calles de nuestro pueblo en solemne via crucis.

La preparación al Via-Crucis este año especial para todos, ha recaído en Don Agustín Aranda. Nuestro hermano con sus palabras nos hizo reflexionar sobre el tiempo de cuaresma que desde ese dia vivimos.



Tras la reflexion, como cada año, el Santisimo Cristo de la Misericordia es portado por aquellas personas que lo desean, recorriendo las calles de nuestro pueblo. Este año, cada estación del Via-Crucis fué leido por presidentes o miembros de la directiva de cada una de las Cofradias de Alcaudete. Participaron también las Hermanas Clarisas del convento de Santa Clara.



Cristo en la Iglesia de Santa Clara, es mostrado a las Hermanas Clarisas, que leyeron una estación del Via Crucis.

El destino final del Cristo, fue la Iglesia del Carmen, en la cual quedo para poder presidir la Conferencia que trendrá lugar el Viernes, por El Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, Don Carlos Amigo



Finalmente, y gracias a la gentileza de nuestro ponente Don Agustín Aranda, podeis deleitaros con el texto integro que leyó en la tribuna de la Iglesia de Santa María, como reflexión


XVI ACTO PREPARATORIO AL VÍA CRUCIS DE INICIO A LA CUARESMA.
MIÉRCOLES DE CENIZA, 17 DE FEBRERO DE 2010.
PONENCIA A CARGO DE: AGUSTÍN ARANDA ARANDA.

Queridos hermanos y compañeros – cofrades:
Como es tradición , desde hace ya algunos años, nos congregamos en este singular día de Miércoles de Ceniza y, ante la emblemática imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia, nos disponemos a iniciar la Cuaresma.     

   Coincidiendo con el 50 Aniversario de la  fundación de esta muy Ilustre y Venerable Cofradía, voy a tener el honor de compartir con todos vosotros un momento cargado de lirismo, de emociones y sentimientos pasados y presentes. Razón por la que ocupo este lugar tan distinguido y solemne, desde el que deseo haceros partícipes de mi muy sentida reflexión, preludio de la Cuaresma que proclamo no para ser oída, sino para ser vivida; reflexión cargada de amor y dedicada a los que nos precedieron, a los que con tanto cariño, afecto y afán de superación nos dirigen, y a los jóvenes que constituyen el embrión del futuro de las Cofradías.                                      

  Dado que el tiempo es limitado y la necesidad de no extender en demasía mi actuación, voy a pretender ser breve, conciso, y sentar como base de mis argumentos las expresiones y términos siguientes:


MIÉRCOLES DE CENIZA: pobreza y enfermedad.

VÍA CRUCIS: aborto, amistad y amor.

CUARESMA: soledad, ayuda y religión.
 

MIÉRCOLES DE CENIZA


  Por tratarse de tiempo de humildad y conversión, acabamos de imponernos la ceniza para continuar con el Perdón de Jesús y purificarnos encaminados a terminar libres de hechos, palabras, ideas y pensamientos que sean contrarios  a la voluntad divina. No debemos olvidar que estamos inmersos en un trayecto de meditación que nos obliga a preparar, orientar y llegar  hasta el misterio pascual.

  Recordemos que el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia. Los viernes de Cuaresma son días de abstinencia. Y todos los viernes del año y toda la Cuaresma ( excepto los viernes de solemnidad litúrgica ) son días de penitencia, en los que se recomiendan las privaciones voluntarias, la ayuda a los que más la necesitan, las obras de caridad y la colaboración a las misiones.

  Cristo, con la unción de la Ceniza de hoy, nos abre un nuevo horizonte en este año 2010. Comienza el camino hacia la Pascua y Él va delante para darnos ejemplo. Ya que:

     “ Jesús es el Mendigo a quien debemos socorrer y sonreír “,  “ Jesús es el Hambriento a quien se debe dar de comer “ , “ Jesús es el Sediento a quien se debe dar de beber “ y “ Jesús es el camino que debemos seguir “.

  Siguiendo estas máximas de la beata Madre Teresa de Calcuta, os animo a que actuemos consecuentemente en situaciones como las que relato a continuación:

. Cae la nieve y su blanca frialdad decora el ambiente. No sólo en la cresta de las montañas, sino que baja por las laderas y llega y cuaja en los ámbitos urbanos.
  La nieve me hace desembocar en estas reflexiones. La nieve es buena, embellece, limpia la atmósfera, elimina las malezas y borra las impurezas. No obstante, la nieve, con el frío que se cala hasta la médula misma de nuestros huesos, cuando no se está acostumbrado por estas latitudes, nos hace aún más vulnerables. A todos. Pero, de una manera especial, a los que no se pueden abrigar, a los indigentes, a los mendigos, a los pobres de solemnidad.....A ellos, debemos  vestir, sonreír y dar de comer y beber.

. Hace unos días, por la mañana, a primera hora, había una capa de intensa niebla sobre nuestro pueblo. La estampa urbana me llevó a la siguiente consideración. La verdad es que hay niebla en el alma que se sube y encarama en nuestros ojos y no nos deja ver, con claridad suficiente, todo ese cúmulo de aconteceres cotidianos en los que directa o indirectamente participamos. Por aquello de los “ intereses creados “ que diría Jacinto Benavente, estamos metidos de lleno en muchas ceremonias de la confusión. Ante situaciones inesperadas: accidentes, enfermedades, depresiones, búsqueda del puesto de trabajo que no tienes, etc.
                                                     
  Así lo vi bajo la niebla . Pero también pude percibir la claridad del día con la idea fija de que las situaciones oscuras pueden superarse si buscamos con ilusión, esa luz mágica transmitida por nuestro Salvador, que necesitamos para andar y desandar los caminos del alma.

  Imagino que hay que tratar de superar las dificultades que nos nublan el espíritu, moviendo los pies y el corazón con dosis de optimismo.
                                                       
VÍA CRUCIS

Iniciamos este período litúrgico con la Cuaresma que propicia la práctica piadosa del Vía Crucis o suplicio padecido por Jesucristo en su aceptado recorrido en dirección al Monte Calvario. Es una manera muy fructífera de preparar el alma, día a día, semana tras semana, al encuentro con el Divino Paciente en la trágica y gloriosa Semana Santa.

  Cada estación de las quince que componen actualmente el Vía Crucis, golpea, como un grito potente, nuestra conciencia de cristianos que con temor y temblor, pero también,  con nuestros pecados a cuestas, caminamos a la casa del Padre.

  El Vía Crucis es recuerdo y memoria histórica, pero además contemplación del rostro doliente del Señor de la Misericordia. En él, pausada y recogidamente, contemplamos un cuerpo ensangrentado que, con su sangre, lava nuestra iniquidad y nuestra  locura. Contemplamos unos pies clavados al madero de la esclavitud , para enseñarnos la medida de la obediencia. Contemplamos una cabeza inclinada hacia la tierra para decir a los  hombres que su muerte será bendición para la humanidad, que quiere ser recordado así por los siglos: mirando con amor al mundo que lo ha crucificado. Contemplamos el “ rostro “ del sufrimiento y, justamente, el “ rostro “ de la misericordia y de la salvación.

                               Señor de Santa María, Cristo de la Misericordia,
                               Padre eterno, Tesoro Santo, Señor divino..........
                               Desde aquí , te suplico:
                               Que colmes, a este tuyo y pueblo mío, de paz, justicia,
                               cordura, alegría, amor y responsabilidad. 


El Vía Crucis es silenciosa proclamación de sufrimiento gozoso y redentor.

               Allí donde hay un cristiano que sufre, allí está viviendo con el Crucificado una de las estaciones del Vía Crucis: si es traicionado por un amigo, si sucumbe bajo el peso del dolor, si en su pena y dolor alguien le ayuda y consuela, si es despojado de su dignidad, y si muere por confesar su fe, está encarnando la muerte de Cristo, que confiesa la obediencia plena a la voluntad del Creador

En el Vía Crucis se nos muestra la brutal tortura que padece Jesús en su cansino  caminar hacia el Monte Calvario. Cuando llega a la cima es Crucificado y muere siendo inocente.
De la misma forma que ocurrió, parece ser que en la actualidad, con la presumible práctica del aborto, se pretende lesionar la moral y quitar la vida a un ser humano, también inocente. Es algo que afecta a la dignidad y a los derechos fundamentales del ser humano. Pensemos en que:
      “ Jesús es la vida que se debe vivir “ y “ Jesús es el Recién Nacido a quien debemos acoger “.
Así pues, ruego que:
      Hagamos apostolado con la finalidad de evitar tal desatino.
Del mismo modo:
     “ Jesús  es la alegría  que se debe compartir “
 Pienso en la necesidad de pretender la amistad para vivir acompañados de nuestros semejantes con los que compartimos comprensión, consuelo, simpatía, mensajes de afecto, aprecio y cariño. Los amigos nos acogen con voces que llegan a adivinar nuestros deseos y necesidades.
 Asimismo:
  “ Jesús basó todo su mensaje en el amor “.
La imagen de Cristo localizada en los templos, en lugares religiosos, en centros educativos es merecedora de veneración  y respeto. Probablemente preferiría ser contemplada con los ojos abiertos y con el rostro sonriente o, por lo menos, emanando paz y sosiego. Sin embargo, hoy la concepción de que no deben existir símbolos religiosos en las aulas presupone la amputación del sentido religioso, que es parte de lo humano.
Debemos ser decentes, amables e imparciales para que no se pierdan los valores fundamentales de la honradez, la inteligencia, la bondad, la tolerancia, la equidad, la cortesía.......; valores que están en vías de desvanecimiento y extinción.

  Y puesto que la Cuaresma es tiempo de Meditación os invito – cuando acompañemos a Cristo, en el recorrido del Vía Crucis – a reflexionar profundamente acerca de la soledad a la que están sometidos los enfermos  y las personas mayores, de la ayuda que debemos ofrecer a los necesitados y de la religión  que profesamos los cristianos.

. Pensemos  que son muchísimas las personas mayores que se encuentran solas. Viven apartadas, como recluidas en espacios limitados. Los días se les hacen monótonos porque no tienen senderos para dar aire a sus ilusiones marchitadas y porque, cuando levantan la mirada, no encuentran los horizontes despejados para volar alto y recobrar el sentido de sus vidas. Imagino que la soledad viene a ser como una enfermedad, una promoción de la depresión,  una puerta abierta a la tristeza infinita, ya que la alegría perdida no se recupera.
  Confieso que me preocupan todas esas personas que,  estos próximos días de Cuaresma, se quedarán solas. Os convoco para ir a visitar y dar compañía a estos mayores, a los cuales se les han cerrado las ventanas que deberían estar abiertas para el futuro.

. Entiendo, sinceramente, que las más de cien mil personas que han muerto en Haití no lo han hecho por culpa del terremoto, los ha matado la pobreza; y ni la generosidad y  caridad  de todo el mundo unidas resultarían suficientes para sacarlos adelante; por consiguiente,  este Estado merece que el planeta convierta las limosnas en esperanza de porvenir, de no ser así, el fracaso será de toda la humanidad. Por ello, la urgencia de nuestra invitación a colaborar es tan grande como urgente, tan real como necesaria, tan apasionada como imprescindible. Pues asusta pensar que podamos llegar tarde y de ahí la urgencia de ayudar.
  Otras personas portadoras de la más pura pobreza, son muchos de los inmigrantes que pululan por las calles mojadas e inhóspitas, de éste, nuestro pueblo. Seres humanos cargados con la pena y el desconsuelo en sus tristes y ateridos rostros, sin techos donde cobijarse, con los estómagos vacíos, con la noche oscura en sus almas, con la mirada perdida y con los ojos clavados en un horizonte cerrado. Son mortales que no solamente padecen necesidades de hambre física, sino también hambre de comprensión y de cultura.

   Sugiero hacer un esfuerzo y, aunque no estemos sobrados de medios, cooperar en lo posible con Cáritas, Cruz Roja, Manos Unidas, parroquias, cofradías o cualesquiera  otras instituciones  para conseguir subsanar parte de estas desdichas.

. Entiendo que los aquí reunidos reconocemos la religión cristiana; religión que propicia testimonios coherentes con la fe que millones de hombres y mujeres cultivan en el mundo y que es la viva expresión de un irrenunciable compromiso de amor, solidaridad y servicio para los creyentes. Fruto de una fe y una creencia practicada desde la lógica y el compromiso existencial con dos realidades que se transcienden y planifican mutuamente: el amor a Dios y el amor a los hermanos, especialmente a los más olvidados y excluidos de la sociedad, que son una gran parte.

   Actuemos con rapidez y, aprovechando estos días de Cuaresma, llevemos a los no creyentes y a los que no practican, el mensaje de Redención que nos ofrece el compromiso cristiano.

    Como añadido a esta procurada reflexión, voy a centrarme en la  undécima estación del Vía Crucis , que nos traslada a la Crucifixión de Jesús, para ofrecer este canto espiritual a modo de plegaria, dirigido a una de las Siete Palabras que Jesús pronunció en su deplorable estado:

                    Por tu cuarta palabra de quebranto,

                    de más hombre que Dios, Rey divino,

                   te prometo  quererte tanto, como me quieres Tú,

                   y llevarte a mi lado en mi camino.

                   Porque el alma, Señor, amor te pide;

                  más amor aún  me donas.

                 Y aunque mi alma de hombre a Ti te olvide

                 y mi amor te abandone y te descuide,

                Dios del Cielo,  jamás Tú me abandones.


   Para concluir mi intervención, solicito que participéis conmigo en este Salmo Responsorial:

El Señor es compasivo y misericordioso.

TODOS: El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

TODOS: El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

TODOS: El Señor es compasivo y misericordioso.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza.

TODOS: El Señor es compasivo y misericordioso.


       Y como último ruego, os requiero para que:

Callejeemos yendo en busca del Santísimo Cristo de la Misericordia.
No se trata de ir buscando procesiones, sino sentimientos. Porque la procesión pasa, pero el sentimiento permanece.


       “  ASÍ SEA  “

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