lunes, 15 de febrero de 2010

Presentacion del Cartel Oficial de Semana Santa 2010

Como todos sabéis, ayer Domingo 14 de Febrero fue la presentación del cartel ganador de entre los varios candidatos. Finalmente el premio fué para Don Miguel Comas Vico.

Felicidades y Gracias por tu extraordinaria obra, Miguel.


La presentación del mismo, fué realizada por nuestro Hermano Don Francisco Cabezas García quien con un texto muy elaborado, cargado de emotivas reflexiones a cerca del Crucificado; impregnó el acto de emotividad.



(Fotos cedidas por Paco Molina, desde su blog)

Para el deleite y disfrute de cuantos quieran, el texto integro de la presentación que realizó D. Francisco Cabezas, es el siguiente :

AGRUPACION DE COFRADIAS

PRESENTACIÓN OFICIAL DEL 

CARTEL DE SEMANA SANTA



ALCAUDETE 2.010

FCO. JOSÉ CABEZAS GARCÍA



Sr. Cura Párroco de Santa María la Mayor
Exmo. Sr. Alcalde.
Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías
Sr. Presidente de la Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia.
Miembros de la Agrupación de Cofradías.
Queridos Cofrades y Amigos.

Es para mi un honor poder presentar en esta ocasión el cartel oficial de Semana Santa, máxime cuando se trata de presentar la imagen en el inserta del Cristo de la Misericordia, cofradía de la que me siento orgulloso de pertenecer y que en este año tan especial, cumple su cincuentenario.

Felicidades a su autor, que ha sabido sin duda aunar en este cartel el arte y la liturgia, la pasión y la gloria, lo divino y lo humano, indudablemente está cargado de cariño y devoción, muchas gracias.

Puede decirse sin la menor exageración, que toda la vida de nuestro pueblo, está empapada por este fenómeno de la Semana Santa y fundamentalmente por su origen y razón religiosa, sin cuyo carácter carecería de sentido y su mantenimiento a lo largo de años y siglos hubiera sido imposible. La fe, la tradición de nuestros mayores, los sentimientos, son valores que se agolpan y que, refundidos armónicamente nos dan la clave de nuestra Semana Santa, expresar públicamente nuestra fe, aunque sea como en este caso, a través de la Imagen de Cristo en un cartel. Subrayar con las Imágenes la naturaleza humana de Jesucristo, no disminuye en nada su divinidad, sino que al aquilatar, solamente su naturaleza humana nos es posible apreciar su carácter divino asociándolo a nuestra existencia.

Y hoy, hablar de Jesús, del Maestro, “con mayúsculas”, de su existencia real ayer, hoy y siempre, aunque sea por medio de una imagen en un cartel como decía anteriormente, debe ser un hecho indiscutible para los cristianos.

Hablar de Jesús, de aquel hombre, que nació del vientre inmaculado de aquella Virgen llamada María en el tiempo del Rey Herodes y que vivió bajo los reinados de Augusto y Tiberio, adoptando el noble oficio de su padre terrenal, podría ser fácil ateniéndose a su vida de hombre simplemente, semejante a cualquiera de nosotros.

Sin embargo, se diferenciaba de los hombres en muy mucho, dijo las más sorprendentes palabras que puedan oírse jamás:
Dijo que Él era el Mesías, y más asombrosamente,
Dijo que era el Hijo de Dios
Dijo que nos amaramos,
Dijo tantas palabras y frases revolucionarias, que no cabía esperar otro desenlace. 

Y antes de ello, hubo benditos fanáticos que lo siguieron, capaces de acompañarle por los caminos de Palestina, donde los milagros y prodigios salían de sus manos con desconcertante facilidad.

Pero para que este escándalo llegara al colmo, aquel hombre se desplomó de un golpe, sin oponer resistencia, y lejos de dejarse desanimar por semejante quiebra, sus seguidores se expandieron por todo el orbe para sellar con sangre el testimonio de su divinidad, desde entonces, la humanidad ha convertido aquella derrota en prueba de victoria y se prosterna ante una cruz patibularia.

Dios muere en primavera. Porque las cosas de Dios, nos resultan así de incomprensibles. Él, que pudo hacerlo, escogió a los pañales del frío para cubrir su carne niña en la oculta cueva de Belén. En cambio cuando murió levantado en el Calvario, siendo diana de todas las miradas y eje de todos los tiempos, fueron las escogidas para mortaja de su cuerpo muerto, las sábanas de aterciopeladas tibiezas de los vientos primaverales.

Amigos: Cristo acaba de morir.
Se callaron sus labios: ya no habla.

Se cerraron sus oídos: ya no oye.

Solo nos queda contemplarle como hizo Juan, que recogió amorosamente el último gesto y nos lo transmitió en esta frase lacónica y misteriosa:

“Y bajando la cabeza, expiró”

Miradlo: ahí está.

Acaba de bajar la cabeza.

Se le ha desplomado, como una fruta madura, sobre su pecho.

Cristo ha bajado la cabeza ante el Padre.

Y en esa contemplación, cuando la imagen del Cristo de la Misericordia está en cartel, o cuando aparece sobrio y austero, en la puerta del Perdón, o en el Arco de la Villa, con trémula luz mortecina emanando el respeto sagrado que saben seguir los cristianos, es cuando se produce el diálogo en el que Cristo dice al pueblo: ¿Tampoco esta vez cumpliste la ofrenda que, hace un año y en este mismo lugar, me hiciste? Y el pueblo agitado en su conciencia por el peso del remordimiento y el germen de la rebeldía tiene que contestar a la llamada que se le hace y dice a Cristo:

Señor, que puedo decirte, si estoy desnudo ante Ti.

Y Cristo responde: ¿Desnudo? ¿No lo estoy yo también?

Y  decimos: Señor, si tengo hambre.

Y Cristo responde: ¿No padezco hambre yo también?
Y decimos: Si tengo sed.
Y de nuevo Cristo: También yo tengo sed; sed de tu alma y no me la das.
Y contestamos: si no tengo casa.
Y Cristo responde: Mi techo es esta cruz. Y añade: Pero tú que padeces desnudez, que tienes hambre, que tienes sed y que no tienes techo, tienes la gracia que, con mi sufrimiento, yo te di para tu salvación; y yo en cambio, padezco desnudez, tengo sed y tuve hambre, estuve falto de techo y descanso y ahora en un patíbulo, sólo para tu bien y tu salvación.
Y el pueblo queda confuso, guarda la emoción, ahoga un sollozo y, conmovido por la fuerza de aquel diálogo, baja la cabeza.

Me recuerda que, todos heredamos este gesto misterioso y que queramos o no, lo cumpliremos.
Y que antes, a lo largo de nuestra vida, nos la habrán ido bajando poco a poco los dolores, los fracasos, los años, las enfermedades, las desilusiones...

Todos terminaremos bajando la cabeza por muy alta y erguida que la hayamos paseado, a pesar de nuestra sabiduría, nuestra soberbia, nuestro orgullo.

Conocedores Señor, de que hemos de bajar la cabeza, te pedimos que lo hagamos como Tú, con amor.

Y que nuestra pobre cabeza, empinada y rota por la vida, humillada por la muerte descanse amorosa y filialmente, como la Tuya, Cristo de la Misericordia, en el regazo de tu Padre. De nuestro Padre.

Pero aproximémonos nuevamente a la Imagen de este cartel, porque puede decirnos a cada uno de nosotros en lo profundo de nuestro corazón y de nuestra fe, y en la hondura de nuestra esperanza, que representa a muchos cristos. 

Si, hay muchos cristos detrás del perfil de esta muerte desnuda, muchos cristos cotidianos y abandonados en la soledad del dolor y la tristeza, muchos cristos sin la inminencia temprana del azahar y sin la emoción de la primavera de Alcaudete. 

Son los cristos de la soledad, el dolor, la vejez, la tristeza, el paro; son los cristos del aborto, de la droga, el alcoholismo, la violencia, el abandono. Los cristos que se refugian en las calles, los cristos que se hacinan en las cárceles y consumen la última copa del desarraigo. 

Yo los he visto, todos y cada uno de nosotros los hemos visto, aunque a veces volvamos la cabeza o cerremos los ojos, porque resulta más fácil la indiferencia para nuestras vidas instaladas en la comodidad y la rutina. Los hemos visto desangrándose de sueños, mendigando una palabra de afecto, arrastrando su mendicidad y su anonimato por el trasiego de las calles, los hemos visto y no debemos sentirnos superiores a su tristeza, esta es también en cierta forma la nuestra, porque están conformados igualmente por el barro  simple y fecundo de la vida. 

Ojala que con el suave contraluz de las sombras de este cartel, sepamos ver junto al perfil de tu muerte, Cristo de la Misericordia, a esos otros cristos que nos tienden la mano y la mirada mendicante, y ruego para que esta bellísima imagen del Cristo de la Misericordia sea para todos los que la contemplen un remanso de paz y de esperanza, un motivo para la superación y fortalecimiento de nuestra fe. 

Y de nuevo en esa contemplación de la Imagen portentosa del Santísimo Cristo de la Misericordia, quisiera compartir con vosotros algunas reflexiones.

Cristo muerto, el silencio de esta Cofradía quiere recordarnos el silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de los hombres.

El silencio del Cristo de la Misericordia  ante el desprecio de quienes se empeñan en ridiculizar nuestras más firmes creencias.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de quienes mediatizan el sereno magisterio de sus Apóstoles.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio del materialismo creciente que todo lo comercializa.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de aquéllos que se mofan de los que consagran sus vidas al Señor.

El silencio del Cristo de Misericordia ante el desprecio de la falta de interés de llevar a los niños el nombre de Dios.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de quienes se empeñan en impedir el crecimiento del fruto de la vida en las entrañas de tantas madres.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de aquellos que niegan a los jóvenes hablar porque ni siquiera tienen trabajo para comenzar sus vidas.

El silencio del Cristo de la Misericordia ante el desprecio de quienes no hacen nada por impedir las guerras, el hambre, el racismo...

Estamos ante un cartel, es precioso, pero no obstante, es necesario profundizar más si cabe, para que nuestra vista llegue a la Imagen y se identifique con lo que representa.

Y más aún hay que conseguir que no sea sólo la vista, sino la inteligencia y el corazón, alumbrados por la llama de la Fe, los que sepan calar el verdadero sentido de lo que la Imagen de este cartel puede decir a nuestras vidas a través del Misterio Pasional que encarna. 

Entrega su vida para que todos tengamos vida. Él sabia que aquel día había llegado la hora, quien no sabía que había llegado su hora era la muerte, con Él la muerte si perdería la batalla, y por Él la ganaríamos todos, el sudario de un Dios, fue el pañal de los hombres.

Sólo así comprenderemos, al ver al Cristo de la Misericordia, cuando la noche se hace densa y silente, todo el amor que era necesario derrochar para padecer ese suplicio infamante.

Un amor hecho silencio, acaso roto por el batir de tambores, anuncia la seriedad de esta Cofradía en la salida de este Cristo de la Misericordia. Cristo maltratado, humillado, vejado, cristo muerto. El intenso olor de las antorchas van cubriendo las calles como un manto invisible para Él, un manto de amor y misericordia para los hombres, un manto de repudia a los hombres que humillan a otros hombres, a los hombres que quitan la vida a otros hombres, a los hombres que odian….

Pero un manto de amor y silencio para el Cristo de la Misericordia.

En la marginación de los demás, Él quiso quedarse sin voz ninguna, pero con los brazos abiertos, crucificado, entregado totalmente en esa sumisión al Padre y a la humanidad.

Jesús afrontó las cosas con todo realismo, contaba con la cruz, pero no la buscaba. Después de abrazarse amorosamente al madero, instrumento del suplicio infamante, una vez sueltas las ataduras de sus divinas manos, fue crucificado y tras hablar con el Padre, suavemente se apagó la luz humana de Jesús, sin decir nada más, en silencio, y así los hermanos del Santísimo Cristo de la Misericordia, guardan estrictamente el silencio, proclamándolo como lema, título y enseña, sin volver la mirada atrás salvo cuando el corazón traiciona y quieren ver a su Maestro suavemente dormido.

Cofradía llamada popularmente “del silencio” y también el saber popular nos bautizó con el “de los estudiantes” ¿y porque no?. Si nos fijamos en el cartel, veremos el paso del Maestro al que me refería anteriormente, suavemente dormido en la cátedra donde supo explicar el tema más difícil, la lección de la que nunca se dejará de tomar apuntes. 

Sin volver la cabeza atrás, como decía, como señalando que la misión de los discípulos de Cristo es siempre de futuro, rompiendo con el pasado, abriendo camino con Cristo, junto a Cristo.

El impresionante conjunto acalla la multitud, el silencio impone silencio, se musita la oración, el ánimo se conturba, pero se fortalece al mismo tiempo. Si algún ruido aun flotara en el ambiente, el toque grave, profundo, cadencioso de sus tambores adensa el silencio de la noche.

Pasa el Cristo de la Misericordia , la Cofradía de los Estudiantes, con la cara cubierta, porque sienten pudor de exhibir su personal mortificación, o porque acaso comprenden que ésta comienza por diluir su personalidad en el conjunto anónimo de los hermanos que integran la Cofradía.

Cristo de los estudiantes, parece que se justifican mas que nunca los apelativos de la docencia, desde un penitente con cruz, a los otros penitentes con cruces, y delante el Maestro muerto, la lección terminada, la cátedra enriquecida con el hermoso mensaje de su explicación de amor, y un axioma que no se formula para discusiones ni polémicas, nadie ama más a sus hermanos, que aquel que da la vida por ellos. 

Muere el Maestro, pero no sus enseñanzas, con la regla adusta del silencio el cofrade lo entiende. Cristo proyecta desde la Cruz, en medio de las dudas de los hombres de este mundo nuestro desconcertado por la técnica y la ciencia, que no termina de hacernos felices, proyecta como digo, la salvación. De ahí que el Cristo de la Misericordia, Cristo en la Cruz, sea como la oración de todo hombre de pensamiento, como la pregunta suprema de ¿qué sentido tiene nuestra cultura si se desprende de los valores cristianos?

Será la actitud paciente, resignada del Cristo de la Misericordia, la que nos haga comprender, el consuelo de la oración, cuando el mundo nos abandona.

Si lo miramos con el corazón y con el alma, no sólo anuncia la Semana Santa de Pasión, nos dice algo más. Como allá en Santa María, puesto en su trono, cercano, a solas y en silencio, en la sombra de su quietud brilla sin embargo, un resplandor que no se apaga...
Y ahí estás Tú, SEÑOR, en la cruz que forman el pensamiento y el corazón, que rezumas piedad y misericordia, sostenido Tu Cuerpo que está casi, casi desprendido.

Abajo tus pies yertos y de sangre reseca chorreados y hacia arriba la perfección de Dios hecha hombre hermoso.

Tus rodillas están todo lo dobladas que tus brazos le permiten.

El sudario barroco rodea la cintura por la que la “cascada rubí” ha resbalado y tu pecho parece que respira para echar por la llaga de Tu Costado ríos de Amor y Misericordia.

Y allá arriba tu fabulosa cabeza, caída al lado e inclinada para que las suaves guedejas de tu pelo al aire triste se muevan.

Y Tu Cara, Señor, de nariz perfecta y hermosa y tus párpados semicerrados que dejan ver tus ojos ya sin vida...

Y Tu Boca, de la que siempre salieron aliento divinos, ya no dice nada... y sin embargo, ¡cuánto nos hablas, Señor!

Nos hablas de comprensión y de paciencia cuando con los ojos del cuerpo te miramos en las infelices horas de la desesperación.

Nos hablas de tranquilidad y de paz cuando con los ojos del corazón te miramos en las tristes horas de la guerra del espíritu.

Nos hablas de belleza divina y de limpieza, cuando a Ti llegamos asqueados por la fealdad y la suciedad de las obras humanas.

Nos hablas de serenidad y de dulzura cuando, con los ojos del alma, te miramos en las aciagas horas de la excitación y el desasosiego.

Nos hablas de amor siempre, Señor, y nos hablas de esperanza y de  misericordia, cuando te vemos en Tu Cruz, Cátedra de Amor que no entiende de clases y razas sociales, dándonos a todos una insuperable lección con tu comprensiva, paciente, tranquila, pacífica, bella, limpia, serena, dulce, amorosa, esperanzada y misericordiosa, MUERTE...


MUCHAS GRACIAS
HE DICHO.




jueves, 11 de febrero de 2010

Os dejo este cartel de Semana Santa, que nos propone Doña Rosa Quesada. Extraordinario trabajo, que contiene casi todos los elementos que pueden caracterizar nuestro desfile procesional.

Muchas Gracias por tu trabajo, Rosa. Espero que algún día pases por la casa de la Cofradía para poder conocerte y darte las gracias personalmente.


viernes, 5 de febrero de 2010

Cartel de SS 2010, por Don Antonio Carrillo Porras

Don Antonio Carrillo Porras ha presentado el siguiente cartel, que según sabemos ha quedado en segundo lugar. Enhorabuena y muchas gracias por este espectacular trabajo.